Para responder a esta pregunta, deberás entender qué hace el ácido hialurónico en nuestras articulaciones. Tiene la función de lubricar la articulación, evitando el roce y fricción excesiva del cartílago de los huesos y con ello evita el desgaste precoz. Interviene en dar alimento a las células que conforman el cartílago, los meniscos y ligamentos e actúa bioquímicamente disminuyendo las moléculas proinflamatorias de las articulaciones.
Con la edad se ha confirmado que el porcentaje de ácido hialurónico en las articulaciones cae de manera alarmante. Esto provoca un mayor roce de las superficies de las articulaciones y un consecuente mayor desgaste. Además la disminución de ácido hialurónico intraarticular también produce una disminución de nutrientes y agua y un aumento de sustancias inflamatorias intraarticulares que no son degradas, haciendo que el cartílago se vaya gastando y vaya apareciendo la temida artrosis.
La infiltración de ácido hialurónico en una articulación tiene como objetivo disminuir el dolor articular y mejorar el estado funcional de la articulación. Esto lo conseguimos a través de las funciones previas, pero no hay que olvidar que también tenemos que ayudar a que nuestras articulaciones estén sanas y envejezcan de la manera más lenta posible.
Para cuidar nuestras articulaciones hay que mantener los tres grandes pilares de una buena salud articular: cuidar la alimentación, evitar el sobrepeso y realizar actividad física moderada sin grandes traumatismos o sobrecarga sobre determinadas articulaciones de manera prolongada. Pues de lo contrario los beneficios de las infiltraciones de ácido hialurónico pueden ser leves o inexistentes.
Teniendo en cuenta todo esto, podríamos decir que la infiltración con ácido hialurónico sí mejora la sintomatología de la artrosis y frena o ralentiza el avance de la artrosis, aunque evidentemente no la revierte.