Las infiltraciones pueden ser una herramienta muy útil para aliviar el dolor articular o tendinoso, pero no todas son iguales ni siempre están bien indicadas. Antes de someterte a una, es importante conocer sus riesgos y asegurarte de que te la realicen en las mejores condiciones posibles.
1. Cuidado con los corticoides: alivian el dolor, pero pueden agravar el problema
Las infiltraciones con corticoides pueden ofrecer un alivio rápido del dolor, pero muchas veces enmascaran la lesión real sin tratarla. A medio y largo plazo pueden:
• Dañar el cartílago articular, acelerando el desgaste y empeorando la artrosis.
• Debilitar los tendones, aumentando el riesgo de roturas.
• Ocultar los síntomas reales, lo que puede llevar a agravar la lesión original.
• Tener efectos secundarios a nivel sistémico (especialmente en personas con diabetes, hipertensión o enfermedades inmunológicas).
En algunos casos seleccionados pueden tener su indicación, pero siempre deben usarse con prudencia y supervisión especializada. Hoy en día existen alternativas más seguras, como el ácido hialurónico o los tratamientos regenerativos (plasma rico en plaquetas o células madre).
2. Una infiltración sin ecógrafo es un disparo a ciegas
Para que una infiltración sea eficaz y segura, el medicamento debe llegar exactamente al sitio donde se necesita. Por eso, todas las infiltraciones deben hacerse con control ecográfico. Hacerlas “a ojo” puede provocar:
• Pérdida de eficacia, si no se infiltra en el punto correcto.
• Lesiones en estructuras cercanas como tendones, nervios o vasos sanguíneos.
El ecógrafo permite guiar la aguja con precisión milimétrica, aumentando la efectividad y reduciendo riesgos.
3. Siempre en manos expertas
Una infiltración no es un gesto menor. Requiere experiencia, conocimiento y criterio médico para valorar:
• Si realmente está indicada.
• Qué sustancia es la más adecuada según la lesión.
• Cómo aplicarla correctamente para evitar complicaciones.
Un especialista con experiencia en medicina regenerativa y técnicas ecoguiadas te ofrecerá la mejor opción para tratar la causa de tu dolor y no solo silenciar los síntomas.
Conclusión
Una infiltración bien hecha puede ayudarte a mejorar. Una mal hecha, a empeorar. Consulta siempre con un especialista en medicina articular o regenerativa, que valore tu caso de forma individualizada y te proponga la mejor opción disponible.