Durante mucho tiempo se ha asociado el deterioro articular exclusivamente con el desgaste del cartílago o con el paso de los años. Sin embargo, hoy sabemos que el estado de nuestras articulaciones depende en gran medida de factores metabólicos y nutricionales. La calidad de los tejidos que forman parte de cada articulación está condicionada por la capacidad del cuerpo para reparar, regenerar y mantener un equilibrio mineral adecuado.
Dentro de ese equilibrio, hay tres elementos que desempeñan un papel decisivo pero que, a menudo, pasan desapercibidos: el magnesio, el zinc y el colágeno. Entender cómo actúan y por qué resultan tan importantes es fundamental para quienes desean conservar unas articulaciones sanas y funcionales a largo plazo.
Magnesio: el mineral del movimiento
El magnesio participa en más de 300 reacciones enzimáticas del organismo y es esencial para el funcionamiento correcto del sistema nervioso y muscular. A nivel musculoesquelético, contribuye de manera directa a la relajación de las fibras musculares y a la producción de energía dentro de las células.
Cuando existe una deficiencia de magnesio, los músculos tienden a contraerse con mayor facilidad, generando rigidez, sobrecarga y sensación de fatiga. Además, el déficit de magnesio interfiere en la síntesis de proteínas estructurales como el colágeno y la elastina, que son imprescindibles para la elasticidad y la resistencia del cartílago.
En pacientes con artrosis o con dolor articular crónico, restablecer los niveles de magnesio puede suponer una mejora significativa en la movilidad y en la percepción del dolor. El magnesio también tiene un efecto modulador sobre la inflamación de bajo grado, esa inflamación silenciosa que, mantenida en el tiempo, acelera el envejecimiento articular.
Zinc: el reparador silencioso
El zinc es un oligoelemento esencial para la regeneración de los tejidos y para el buen funcionamiento del sistema inmunitario. Interviene en los procesos de cicatrización y en la división celular, lo que lo convierte en un aliado clave en cualquier tratamiento orientado a la reparación de estructuras dañadas.
En el ámbito de la medicina regenerativa, el zinc adquiere un papel protagonista porque favorece el entorno biológico que necesitan las células para reparar el cartílago o los tendones. Los tratamientos como el plasma rico en plaquetas (PRP) o las infiltraciones con concentrado de monocitos se benefician de manera directa de unos niveles adecuados de zinc, ya que este mineral potencia la respuesta celular y optimiza la función enzimática que dirige la regeneración.
Además, el zinc actúa como antioxidante y contribuye a mantener el equilibrio hormonal, dos factores fundamentales para contrarrestar el estrés oxidativo y el envejecimiento de los tejidos articulares. Su déficit puede manifestarse con retraso en la cicatrización, pérdida de masa muscular o incluso un deterioro progresivo del cartílago.
Colágeno: la matriz que sostiene todo
El colágeno es la proteína más abundante del cuerpo humano y constituye la estructura principal del cartílago, los tendones y los ligamentos. Es el tejido de soporte que mantiene la integridad y la elasticidad de las articulaciones. A partir de los 30 años, la producción natural de colágeno comienza a disminuir de forma progresiva, lo que con el tiempo se traduce en pérdida de firmeza, menor capacidad de amortiguación y aparición de molestias articulares.
Los suplementos de colágeno hidrolizado, especialmente los de tipo I y II, pueden estimular la síntesis de nuevo colágeno en los tejidos cuando se combinan con vitamina C, silicio y magnesio. No se trata solo de aportar colágeno desde fuera, sino de facilitar que el organismo reactive sus propios mecanismos de reparación.
En pacientes con artrosis o lesiones tendinosas, esta suplementación puede mejorar la resistencia de los tejidos, reducir la inflamación y favorecer la recuperación tras tratamientos regenerativos o quirúrgicos.
Suplementación: lo que debes tener en cuenta
En la mayoría de los casos, una alimentación equilibrada es suficiente para mantener niveles adecuados de minerales. Sin embargo, hay situaciones en las que puede ser necesario un apoyo adicional: estrés prolongado, práctica de deporte de alto rendimiento, enfermedades crónicas o edad avanzada.
Si te decides suplementar, es fundamental hacerlo con productos de calidad y bajo supervisión médica. Es importante elegir marcas que cuenten con sellos de calidad certificados, que garanticen la pureza y la concentración real del producto, y que tengan respaldo científico.
En mi práctica clínica suelo recomendar la línea BeLevels, por la seguridad de sus fórmulas y su respaldo en evidencia científica.
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La sinergia entre nutrientes y terapias regenerativas
La medicina regenerativa no se limita a aplicar tratamientos biológicos. Su eficacia depende del terreno sobre el que actúan. El magnesio, el zinc y el colágeno crean un entorno metabólico favorable que facilita la regeneración del cartílago, de los tendones y de la matriz ósea.
Cuando combinamos una terapia regenerativa, como el PRP intraarticular o la infiltración intraósea de concentrado de monocitos, con un plan de suplementación bien estructurado, los resultados suelen ser más predecibles y duraderos. La regeneración tisular no es un proceso aislado, sino el reflejo de una red compleja de reacciones celulares que dependen de disponer de los elementos necesarios en cantidad y calidad suficientes.
En resumen
El equilibrio mineral es una pieza clave en la salud articular. El magnesio ayuda al músculo y al cartílago a mantener su funcionalidad; el zinc permite que las células reparen y se regeneren; y el colágeno constituye la estructura sobre la que todo se sostiene. Su déficit es frecuente, sobre todo en personas con artrosis, deportistas o pacientes sometidos a estrés crónico, pero puede corregirse con facilidad mediante una alimentación adecuada y una suplementación personalizada.
Cuidar las articulaciones no consiste únicamente en aliviar el dolor, sino en fortalecer desde dentro los tejidos que nos permiten movernos sin limitaciones. Invertir en este tipo de prevención es invertir en calidad de vida.
Si notas rigidez, molestias o pérdida de movilidad, puede ser el momento de revisar tu estado mineral y considerar un plan de suplementación adaptado a tus necesidades. En Blue HealthCare realizamos valoraciones personalizadas y combinamos tratamientos regenerativos con estrategias de nutrición celular y optimización metabólica, con el objetivo de preservar la articulación antes de tener que reemplazarla.
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